sábado, 9 de abril de 2016

Vistas al Acervo de códices del INAH en Museo Nacional de Antropología e Historia

Muchas gracias a todos los historiadores, profesionales de letras clásicas y etnohistoriadores que nos dieron  gran recibimiento a los estudiantes de licenciatura de Sistema abierto de la UNAM en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia. Nos mostraron tesoros invaluables, libros maravillosos de los cuales estamos seguros que apenas unas cuantas  personas han podido conocer en los últimos 500 años. Fue como una aventura de Indiana Jones, sin riesgo de aspirar bacterias como las que mataron a los descubridores de la Tumba de Tutankamen. Es un orgullo ser parte de la UNAM - Universidad Nacional Autónoma de México y ser acogido por esa amorosa comunidad de académicos que lejos de querer formar parte de una élite inalcanzable, quieren que nos sumemos a ella, sólo por amor a México. Gracias también al profesor Mariano Mercado porque más allá del deber organizó esta visita para sus alumnos. Hemos hecho el compromiso de regresar a la brevedad a tramitar los permisos y hacer un documental profesional de su valioso trabajo.

miércoles, 6 de abril de 2016

La política sucia detrás del aire sucio, y el linchamiento a Mancera

La falta de viento circulante en el Valle de México del mes de abril a junio provoca una concentración de partículas contaminantes. Esta condición meteorológica ha hecho que se considere prudente restringir la circulación de vehículos; pero como frecuentemente  ocurre en el gobierno federal mexicano la medida ha sido apresurada, arbitraria y politizada de manera que se culpe al gobierno de la Ciudad de México.
 
La indignación crece gracias a la ignorancia de la "comentocracia" mexicana. Politólogos que no son expertos ni en urbanismo, ni en contaminación, pero que sueltan patrañas como verdades absolutas , como decir que los gobiernos perredistas nada han hecho  para mejorar el transporte público, cuando lo cierto es que no hay siquiera punto de comparación en relación a los esfuerzos que en este mismo sentido se realizan en el vecino priista del Estado de México.
 
Hoy mismo, en plena contingencia ambiental, un mapa de la Ciudad de México muestra que salvo en una pequeña zona industrial, la calidad del aire es aceptable en la Capital de la República, lo que no se puede decir de los municipios conurbados.
 
La ciudadanía no percibe que realmente exista la contingencia ambiental y esto aumenta la sensación de abuso. Si a esto se agrega el hecho de que UBER aumente sus tarifas mínimas, cuando se le consideraba una alternativa, la indignación crece; pues no se difunde de la misma manera que la aplicación para teléfonos móviles también ofrece descuentos notables si se comparte el taxi.
 
No es un problema de un día. Desde 1988 cuando la izquierda gobierna la Ciudad de México, no hay un sólo sexenio en que no haya crecido la red del Metro. También se creó el infame Metrobús, espantoso en horas pico,  en la línea 1, que recorre Insurgentes; pero bastante bueno en las cinco líneas que se construyeron después, particularmente en la que da servicio desde el Aeropuerto, permitiendo ahorrar cientos de millones de pesos en taxis a los visitantes.
 
Sí, es cierto, el sistema de Transporte Eléctrico ha crecido muy poco y es insuficiente en el Eje Central Lázaro Cárdenas, pero es la más rápida y cómoda manera de cruzar de oriente a poniente la capital de la República, desde Mixcoac hasta Iztapalapa, a la altura del Eje 7.
 
Los colectivos más peligrosos y con más accidentes de la Ciudad de México son los que van de Taxqueña a Xochimilco, pero la mejor opción es el "tren ligero" que circula por esa misma ruta. Obvio, ni siquiera saben que existe los conductores de noticiarios de radio y televisión que tan acres comentarios hacen sobre el jefe de gobierno. Podría apostar incluso que la mayoría de los titulares de programas informativos son incapaces de mencionar 10 estaciones consecutivas, de cualquiera de las líneas del metro, de la 1 a la 9, o la 12.
 
El mayor índice de  atropellamiento de ciclistas es responsabilidad de los microbuses en todo el Valle de México y cuando esto ocurre en la Ciudad de México tres o cuatro veces al año  provoca  consternación pública; pero en el Estado de México es tan común que ni siquiera llama la atención.
 
La crisis de concentración de contaminantes no es cosa de un día. En los últimos 30 años, mientras la izquierda gobernaba la Ciudad de México, cientos de hectáreas fueron arrasadas en los municipios conurbados del Estado de México para hacer lotes de vivienda  donde pudieran pasar la noche millones de personas que trabajan o estudian  en la capital.
 
Pero los gobiernos priistas no se preocuparon con el mismo afán de crear empleos. En ese mismo periodo sólo hubo inversión en un transporte público rápido, el tren suburbano, que va de la estación de trenes de Buenavista a Cuautitlán.
 
Ahora se construye el tren  México-Toluca, e iba a ayudar mucho el México-Querétaro, pero el gobierno federal no encontró los mecanismos para que el costo fuera absorbido por empresas particulares, que harían un extraordinario  negocio con la inversión. Cómo los políticos no vieron la posibilidad de obtener una comisión del gobierno chino, o de cualquier otra empresa pública o privada de ferrocarriles, de plano cancelaron la construcción, posponiendo por décadas la solución al problema de la contaminación.

Estos trenes reducirían en forma importantísima la contaminación en la ciudad, dando alternativa a quienes trabajan en esta capital y viven en otra.

No son los autos que circulan sólo por la Ciudad de México los que contaminan de manera importante, sino los que atraviesan sus fronteras geográficas. El problema está en el priista Estado de México, pero los costos del linchamiento político los tiene que pagar no sólo Mancera, sino en general la izquierda.

Ahora que también hay que reconocer que lo que queda de izquierda en el ADN del PRD, ya no llega siquiera a un 10 por ciento, si se le compara con las políticas que propone el Movimiento de Regeneración Nacional para la Ciudad de México.

La concentración de partículas contaminantes es un botín suculento para el derechista Partido Acción Nacional y su clientela de las clases medias. El desprestigiado PRD, incapaz de elaborar un discurso en defensa de Miguel Ángel Mancera, privilegia el crecimiento del PRI que gobierna Santa Fe, y gana ilícitamente  entre cinco y 20 millones de pesos por cada edificio o condominio que se vende en la zona.

Esta ganancia ilícita, lleva implícita frenar el transporte público, para que Santa Fe sea una zona de autos particulares aunque  se jodan cientos de miles de empleados que todos los días recorren cinco horas en promedio, en el transporte público, para llegar y regresar de su trabajo.

El linchamiento de Miguel Ángel Mancera y la concentración de partículas contaminantes, no sólo es un problema de salud pública, sino una excelente manera de obtener un botín político y económico.


lunes, 4 de abril de 2016

Alternativas de izquierda al Hoy no Circula para el Virrey Mancera

 
Por Ramsés Ancira
 
Nada se odia más de lo que se ha amado. Eso lo saben perfectamente el Partido Verde y el PRI, que han armado una emboscada para recuperar el control de la Ciudad de México 30 años después de que la ganara la izquierda, provocando una revolución de las clases medias al imponer una salida despótica al problema de la contaminación, en lugar de salidas racionales y democráticas.
 
Nunca un jefe de gobierno había ganado por tan amplio margen y por lo tanto nadie había dilapidado tanto su capital político como Miguel Ángel Mancera, quien paga por las decisiones de otros.
 
El supuesto gobernador de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, es el pararrayos de la indignación popular que le imputa la responsabilidad que toma una Comisión Metropolitana de Calidad del Aire, cuyo jefe en realidad es el presidente Enrique Peña Nieto, ex gobernador del Estado de México, entidad responsable de al menos el 80 por ciento de la contaminación en el Valle de México.
 
La solución a la concentración de partículas suspendidas fue un problema que enfrentó la izquierda desde que empezó a gobernar la capital de la república en 1988. El ingeniero Heberto Castillo no sólo fue un catedrático notable y un admirado líder de izquierda, sino un inventor extraordinario, cuya propuesta de la tridilosa mejoró los costos y seguridad  de las construcciones.
 
Como Heberto Castillo estaba preocupado por la solución a la concentración de contaminantes y no por triplicar la circulación de vehículos, como efectivamente ocurrió con el programa Hoy No Circula, planteó que en enfoque estaba equivocado. En lugar de prohibir, que es el método preferido de la derecha para solucionar cualquier problema, se debía pensar en distribuir, de manera que los contaminantes no se concentraran.
 
A pesar de que la Ciudad de México sea una cuenca, antes de que el PRI organizara las masacres de 1968 y 1971, se le reconocía literal y objetivamente  como La Región  Más Transparente del Aire. Los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl y la imponente masa del Ajusco siempre estaban a la vista. Y desde Cuicuilco, quizá la civilización más moderna y alegre de la tierra en el año 900 Antes de Cristo, la vista del Valle de México a lontananza, teniendo en primer plano Ciudad Universitaria y la reserva ecológica del Pedregal, era incomparable.
 
A partir de la década de los noventa, después del gran  terremoto, el Estado de México se convirtió en un enorme fraccionamiento, en unos años se destruyeron reservas naturales, granjas, ranchos y rancherías para construir deplorables unidades habitacionales, generalmente muy pequeñas, tan asfixiantes que  son fuente permanente  de violencia intrafamiliar.
 
Cómo el gobierno priista, que nunca ha dejado de ser mayoría en el Estado de México, recibía excelentes comisiones de los fraccionamientos, la población creció exponencialmente, pero no así los empleos y los servicios educativos, que requieren viajar de lunes a viernes a la Ciudad de México.
 
Como resultado, hoy, los poco menos de nueve millones de habitantes de la Ciudad de México, viven en una ciudad agradable los domingos, pero no así entre semana cuando padecemos la hacinación que producen más de 20 millones de habitantes cruzando la capital de camino a las escuelas o a Santa Fé, zona prohibitiva para ser habitada por millones de mexicanos, debido a los altos costos, pero sede de empresas que proveen cientos de miles de empleos a quienes soportan un promedio de cinco horas de transporte al día, más tiempo del que les emplearía trabajar en Toluca o Cuernavaca.

Heberto Castillo planteó guerra a muerte a los Imecas (Índice Metropolitano de Calidad del Aire) y para ello propuso dos soluciones para hacer correr el aire y dispersar los contaminantes, una, crear ventiladores gigantes. La energía podía ser producida por el gas metano de toneladas de heces fecales que producen los perros y los deshechos humanos en el Valle de México. Otra, construir entre los mazos de montañas túneles que originalmente harían corrientes de aire, pero que también podrían permitir los modernos sistemas colectivos de transporte del Siglo XXI. Trenes que comunicarían las ciudades habitacionales con los centros de trabajo.

Sin embargo Heberto era demasiado visionario para un país con tanta pobreza política y una izquierda tan ambiciosa de compartir el poder que se olvida de lo visionario.. Se concentraron en los peros y no en los pros, de manera que a casi 20 años de la  muerte de Heberto Castillo, se triplicaron los autos y se volvió a los niveles de contaminación más peligrosos.

¿Qué haría la Ciudad de México con un gobernante autónomo?  Haría obligatorio el transporte colectivo de empleados para empresas con más de 30 trabajadores, que los recibirían en estaciones de metro o centros específicos de transporte de pasajeros; promovería estímulos fiscales para empresas que contraten a gente de su propia jurisdicción (actualmente la Ciudad de México está integrada por 16 ciudades, cada una con 500 mil a dos millones y medio de habitantes); destinaría los segundos pisos únicamente al transporte colectivo, restringiría las vías rápidas a vehículos con más de tres pasajeros) y exigiría al Sistema de Administración Tributaria estímulos fiscales para deducir al 100 por ciento las facturas de alimentos de quienes viviendo en una delegación, trabajen en otra.

Pero Miguel Ángel Mancera no sabe la diferencia entre un virrey y un gobernador, el primero hace lo que le manda el monarca, el segundo toma decisiones apoyado por los electores y no se limita a ser empleado de instituciones que le restan soberanía, como es el caso de la comisión metropolitana, donde sólo participan los oidores nombrados por  quien ejerce el poder absoluto.

Si hay algo positivo en el Hoy No Circula es que como fue concebido, no discrimina por clase social o capacidad adquisitiva; aunque a la postre las clases altas no tienen ningún problema para comprarse cinco automóviles.

En México viven 114 mil adultos con fortunas de un millón de dólares, según un estudio del Credit Suisse realizado en 2010. Si como es de suponer, la mayoría de estos se encuentra en el Valle de México, les es fácil disponer de 7 autos a cada uno, 798 mil vehículos en total, que es una cifra equivalente a la que dejará de circular con el Hoy No Circula obligatorio.

Ellos no se verán afectados. En cambio medio millón de personas incrementarán la carga de un sistema de transporte colectivo que ya de por sí es inhumano a las siete de la mañana, para quienes vienen de los municipios conurbados al oriente de la Ciudad de México, y de 5 a ocho de la noche, para quienes viajan en el Metrobus a Indios Verdes, o en la asfixiante línea 3 del metro.

En teoría la Ciudad de México está a punto de tener su propia Constitución, en la práctica, el Hoy no Circula obligatorio, nos hace más rehenes que nunca de lo que decida el PRI y su corte de empleados sumisos, entre los que en la práctica figura Miguel Ángel Mancera.
A los intelectuales de mi patria les quedan dos caminos, dedicar su esfuerzo y actividad  al desarrollo de las Ciencias, de las artes, de la cultura, con el propósito de darse nombre y brillo intelectual, o bien entregar toda su capacidad creadora y toda su voluntad para establecer las bases técnicas y científicas de un sano y amplio desarrollo de México. Heberto Castillo Martínez

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